De esto no se habla es una propuesta de una persona en reconstrucción. Una historia de amor.

Una persona que conoce por primera vez el amor de pareja. Un amor fuerte, compañero, sincero, divertido, seguro. Los seis meses más maravillosos y creativos de una vida. Y un quiebre inesperado. Una muerte. La de un padre. Que se suicida. El encuentro más esperado aplastado por el abandono más trágico.

De esto no se habla es una propuesta al hueso. Un viaje a lo que nunca se habló.

En la mitad de la vida de la protagonista ocurre la tragedia y cambia para siempre su vida.
Esta propuesta es la historia de una reconstrucción del amor. Del amor propio, de la confianza propia, del amor a otres y de la confianza en otres. Es una historia de amor a la vida.

Esta es una propuesta personalísima. Y sin embargo universalísima. Una historia de vida y de muerte, de ciclos. Y principalmente una historia de lo más difícil, de hablar, de compartir sobre lo más profundo, lo que estruja, lo que desarma, lo que parece mentira, lo que da rabia y odio, lo que espanta.

En este momento están a punto de suicidarse o se acaba de suicidar al menos una persona en Uruguay. Acaba de perder la confianza en sí mismo, en quien le rodea, en la vida. Tomó la decisión de no vivir más. En este momento a una, dos, diez, veinte personas, cincuenta personas les llegará la noticia que una persona allegada falleció, que decidió terminar con su vida y lo hizo. Quienes reciben la noticia, probablemente ignoren lo que esto implicará en sus vidas. Probablemente estén muy poco preparadas para lo que está por venir. Probablemente no hayan leído más que números al respecto: “718 personas se suicidaron el año pasado en Uruguay. Casi dos por día.”

De esto no se habla, no se habla porque puede contagiar, porque puede doler, porque no se sabe cómo. No se nombra porque es pecado, porque es tremendo.

De esto no se habla es una invitación, propia y colectiva, de encontrar vida donde parece querer ganar la muerte.

Esta no es una propuesta para hablar del suicidio, es para hablar de lo que han sentido quienes tuvieron alguien muy cercano que decidió suicidarse y lo hizo, lo que implica en la vida de alguien que alguien muy cercano se suicide.

Esta tarea, que parece imposible, es una necesidad de la artista. Cuando ha vivido casi la mitad de su vida desde el momento en que cambió todo, y cuando está por llegar a la edad de en que su padre tomó la decisión de suicidarse.

De esto no se habla es una invitación a poner en voz y en imágenes el sentir de algunas personas a las que el suicidio les ha tocado de cerca.

¿Cuántas personas se han visto afectadas por ello en nuestro país? ¿Cuál es la red de personas allegadas? ¿10, 20, 50, 100? Familia, colectivos, amigues, compañeros de trabajo. Si promediamos en 50 las personas más afectadas por alguien que se suicida, y tomamos las muertes de 2022, podríamos decir que al menos 35.900 personas se ven tocadas por el tema solamente en un año en Uruguay.

Lo menos importante parece ser el tema de números en algo tan sensible y sin embargo ayuda a visibilizar la red invisible que existe. Una red que no sabe cómo verse, como hablarse, como abrazarse. Una red con una dificultad enorme, porque cuando se hackea el valor de la vida, se pone en cuestión cada acto, cada minuto, cada gesto.

Esta propuesta es una gota de aire, un aporte a la visibilización de una pandemia silenciosa.

Un trabajo personal que podría ser el de tantos.

Un trabajo tan difícil que me cuesta decirlo en primera persona. Y por tanto tan necesario.